sábado, 2 de octubre de 2010

Malleus Maleficarum

“El Martillo de Las Brujas”, escrito por los inquisidores dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger,  fue publicado en Alemania en 1486.  El libro, después de argumentar sobre la existencia de la brujería  y de describir sus variadas formas de manifestación,  contiene un detallado manual de procedimiento para detectar,  enjuiciar y sentenciar a estos seres maléficos.  

En el  Malleus Maleficarum  se regula pormenorizadamente la  aplicación  del  tormento -imprescindible para obtener  declaraciones y confesiones en los casos de brujería- y las declaraciones de testigos y denunciantes anónimos o testigos sin rostro, o sea, personas  cuya identidad se debe mantener en secreto y  oculta para la acusada.  Así, la presunta bruja no puede  reclamar si el testigo tiene algún interés  económico en que se le condene, o si actúa motivado por la venganza, o si  es familiar o dependiente del denunciante o, simplemente,  si el testigo tiene alguna incapacidad física o mental que le impida percibir los hechos  sobre los que declara.

La aplicación de estos métodos de investigación permitieron al Santo Oficio  condenar a  cerca de medio millón de  brujas entre los siglos XVI y XVIII, la mayoría de las cuales  fueron quemadas en la hoguera.  Hay que decir, sin embargo, que la cifra total de muertas todavía se discute. Algunos historiadores sostienen que fueron poco más de cien mil y otros elevan esa cantidad a varios  millones.  Lo que no se discute es que  la enorme mayoría de las castigadas fueron mujeres.

El Malleus Maleficarum es una obra fundacional para el discurso legitimante del poder punitivo.  En ese libro, por primera vez de manera sistemática, se identifica algo como dañoso, se refuerzan los miedos y prejuicios a su respecto, se imputa el peligro a un grupo considerado inferior, se desautoriza a quienes niegan sus exageraciones, se presenta al poder punitivo como la única solución, así como razonable el ejercicio de una persecución sin límites. 

La matriz de ese discurso y sus mismas herramientas han reaparecido en el marco del conflicto chileno mapuche. Sin ir más lejos, se vuelve a proponer, entre otras medidas de similar raigambre, la consagración legal de los testigos sin rostro.

Hay muchas razones para cuestionar el uso de ese recurso.  La más importante es que permite condenar a personas  inocentes, igual como en los tiempos del Malleus Maleficarum.

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